PERSUASIÓN COERCITIVA, AL FILO DEL DELITO.

El límite de la persuasión moral es sutil y malo de fijar pues todos, de una u otra manera optamos por "persuadir a nuestros semejantes de aquello que pensamos, sentimos o pretendemos conseguir. Hay en la mirada de un niño que baja los ojos con sonrisa traviesa un deseo oculto de persuadir al abuelo para que le entregue los dulces que el guarda; hay en la mujer que se enamora una intención persuasiva de conquistar el corazón del amado y en la publicidad que nos bombardea percibimos también la intención de la persuasión para que compremos el producto que nos vende.

¿dónde está el límite? ¿Cómo puede la moral, la sociedad, regular esta cuestión sin esterilizar el comportamiento humano y que dejemos de ser lo que somos?

Dejo esta pregunta pues el despertar de los que han sido sometidos a una persuasión coercitiva es doloroso, tanto como el placer que otorgó el dejarse conquistar. Tal vez en el engaño y la ocultación, o en los resultados derivados de su acción tengamos una llave para el discernimiento. ¿Tú que crees?

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